miércoles, 28 de abril de 2010

CARNAVAL ZOQUE

CaRnAvaL zOqUE COiteCo


Por: Paulina Carboney
El Carnaval zoque Coiteco es una de las fiestas más representativas de Ocozocoautla de Espinosa. El folklore del carnaval se vive durante cuatro días, en donde la música, comida y danzas se mezclan con la algarabía de la gente quienes se reúnen en las Cohuinás que se encuentran distribuidas en diversos barrios. En cada Cohuiná se festeja a un santo y a uno o más personajes; ya sea el "mahoma de cochi", "los monos", etc. Se debe señalar que, para celebrar la fiesta del carnaval, los habitantes forman cofradías y mayordomías que son parte de la estructura de la cohuina.

Niños, jóvenes, adultos y autoridades participan en una de las tradiciones más coloridas del sureste mexicano. El Carnaval “coiteco”.

Ocozocoautla de Espinosa se encuentra localizada a 20 minutos de la capital chiapaneca, y forma parte de la depresión central de Chiapas.

El Carnaval nace con las veneraciones al Padre Sol (Tajaj Jamá), por parte de los primeros habitantes de la región; el cuidado de las cosechas es la prioridad de los jornaleros.

Las adoraciones politeísta, hacen que surjan diversos personajes tales como: El David, de San Bernabé, El Caballo, de Santo Domingo, El Tigre de Santa Martha, El Mono de San Miguel y El Mahoma; quien es el personaje más representativo del carnaval coiteco y generalmente usa un machete grande de madera con una mancha de sangre, máscara, cochombí (sobrero en forma de cono y adornado con flores), cobija de capa y polainas con campanas.

Los jefes de cada Cohuiná son acompañados por: Tatamonos y Arreadores, quienes utilizan, como parte de su vestimenta, sombrero y máscara tradicional, pañuelos (en el cuello y la cabeza), Cazadores, vestidos con camisa de cuadros, pantalón negro, pañuelo al cuello y sombrero y Los Chores; quienes le dan vida al Carnaval con su ingeniosa picardía, provocan el regocijo de los presentes.

lunes, 26 de abril de 2010

LAS CHIAPANECAS

Por: Paulina Carboney


La Chiapaneca es otro de los personajes principales de esta fiesta, son representadas por mujeres vestidas con una camisa suelta hasta la cadera con boca redonda, caída hasta los hombros, enmarcado por un vuelo ancho con un bordado en hilos de colores y una falda de razo, que va desde la cintura hasta los pies, bordada con flores de colores. El traje de chiapaneca se complementa con aretes de canasta, arracadas grandes, gargantillas y torzal de oro. Además de las imprescindibles pulseras y anillos
Las comparsas participan en las mismas fiestas y las dos van ganando adeptos día a día. En los últimos años los chuntas no sólo hombres de edad, sino que están integrándose niños en escuelas básicas y mujeres.

Durante los días 17 y 20 de enero, los Parachicos y las Chiapanecas se agasajan al asistir a la comida grande, en donde la mesa es servida por el prioste de San Antonio Abad, con exquisitos platillos, entre los que destacan: pepita con tasajo, puerco en arroz y comida grande, guiso preparado a base de arroz y pepita de calabaza molida.
Mientras que el 21 de enero se lleva a cabo el Combate Naval, rito simbólico y pagano que se lleva a cabo en las aguas del Río Grande de Chiapas, en el que se pueden admirar fuegos pirotécnicos, que iluminan la región con luces de colores.

VESTIMENTA TRADICIONAL DEL PARACHICO

Por:Paulina Carboney



Los Parachicos, la otra comparsa, son los que ayudaron a curar con su alegría al hijo de la benefactora, quienes recorren durante 6 días las calles, alegrando a Chiapa de Corzo con sus chinchines, danzando y cantando al son del tambor y del carrizo, lanzando vivas y venerando al Señor de Esquipulas, San Antonio Abad y a San Sebastián.

La vestimenta del Parachico actualmente se compone de una camisa y de un pantalón normal, sin embargo debe de llevar montera con listón, máscara, sarape y en la cintura una chalina bordada que cae sobre sus pantalones. Los Parachicos vitorean a los alabados, que son por regla general a sus santos preferidos ¡Viva San Sebastián!, mientras los demás gritan a coro ¡Viva!

CHUNTAES EN CHIAPA DE CORZO

Por: Paulina Carboney





Año con año Chiapa de Corzo recuerda esta leyenda y en honor a San Sebastián, se lleva a cabo la Fiesta Grande, que da inicio el 8 de enero con el anuncio de las Chuntaes (hombres disfrazados de mujeres, maquillados y arreglados con vistosos trajes de faldas largas y camisas bordadas, portando mascadas en la cabeza, sobre la cual llevan canastas adornadas) quienes bailan al son del Bayashando, con el fin de anunciar las festividades de los santos que se veneran durante el mes de enero: el Señor de Esquipulas, San Antonio Abad, los Patrones Difuntos y San Sebastián.

Chunta significa sirviente, y los chuntas que en esta época salen a alegrar las calles de Chiapa de Corzo representan a los sirvientes que hace 300 años repartieron los alimentos (carnes, frutas, verduras) donados por María de Angulo.

MASCARA TRADICIONAL DEL PARACHICO

Por: Paulina Carboney










La máscara de parachico es una de las piezas artesanales más representativas del estado, se elabora de madera de cedro, el artesano necesita de 10 diez para producir una y su valor en el mercado es de dos mil 800 pesos, la tradicional y tres mil 500 la barbada.


Cada máscara tiene sus propios rasgos de acuerdo a la tradición de Chiapa de Corzo, y por supuesto, el gusto del tallador, después de tallar la figura, la máscara es pintada a pincel y luego con esófago de res.
La máscara de parachico representa la típica imagen que el indígena tenía del español, es decir, frente amplia, patilla rizada, nariz recta y afilada, ojos claros, bigote, barba rasurada y mejillas sonrojadas.

Es uno de los objetos o indumentaria del parachico, un danzante que recuerda a una española que llegó a Chiapa de Corzo en 1711, Doña María de Angulo, una mujer criolla que repartió alimentos a los vecinos de esa ciudad en agradecimiento a los brujos que sanaron a su hijo de una enfermedad.

El parachico es un danzante que porta una máscara tallada en madera, una montera, es decir, peluca burda tejida con ixtle, como vestimenta lleva una chalina amarrada a la cintura como delantal, un pantalón negro, un sarape multicolor, un pañuelo al cuello y una aja bordada a la cintura.

Los ahora fabricantes de la máscara como Don Antonio López Hernández y su alumno, Ulises Pérez, sostienen que la máscara fue elaborada para entretener al chico que estaba enfermo.

Poco a poco, con el paso de los años, el objeto de 10 centímetros de ancho, 20 de largo y 12 de alto, se convirtió en un elemento de identidad de la Fiesta Grande de Enero en Chiapa de Corzo, por los danzantes que recorren las calles exhibiendo la alegría de todo ese municipio, ubicado en una de las márgenes del Cañón del Sumidero.


Las “chuntá”, hombres vestidos de mujeres recorren las calles, “los parachicos” y las representaciones de doña María de Angulo, hacen lo propio en una alegre celebración llena de tradición y colorido, el evento peculiar por la salida y danza de los Parachicos.


“La Fiesta Grande de Enero” es una tradición de los chiapacorceños, es la que recuerda los infaustos días en que en medio de la sequía y el hambre, recibieron a la mujer con su hijo enfermo.


Su hijo, recuerda la leyenda, padecía un extraño mal que le impedía mover las piernas, había recurrido a los médicos más reconocidos y sin que lograran recuperarlo, de ahí que decidió visitar varios lugares en busca del remedio “para el chico”.


AI poco tiempo apareció el de Namandiyuguá (Cerro brujo), quien después de examinar al joven, le recetó pócimas de hierbas y ordenó que se llevara al chico a los baños de Cumbujujú, al “lugar donde abunda el jabalí”) para completar el tratamiento, poco después, el joven empezó a recobrar la movilidad.


Agradecida, María de Angulo mandó traer desde tierras distantes ganado y grandes cantidades de cereales para paliar la crisis, ordenó que se destazara cada día una vaca en la plaza y repartió canastas con víveres entre la población.


Se cuenta que en el mes de enero, el día de San Sebastián, doña María mandó sacar a su hijo en andas y desnudo -como el santo-, para que no volvieran las penurias al pueblo, más tarde, ambos regresaron a su país y los lugareños relacionaron la abundancia con la petición hecha por la mujer y su hijo al santo.